Lópezzzzzzz…
Nudo gordiano
Por: Yuriria Sierra
Oops. Perdón. Me quedé dormida. Quería yo titular esta entrega "López Obrador: el escritor", pero antes de lograrlo, me jeteé. O más bien, me jeteó el libro de El Peje. Sí, lo confieso: contribuí con ochenta y nueve varotes (porque, hay que decirlo, no es un precio de libro de bolsillo al alcance del bolsillo del famoso "pueblo") comprando anteayer un ejemplar de La mafia nos robó la Presidencia. Y confieso también que lo leí en dos días. Y confieso, sin rubor, que me dio una hueva monumental. Y es que, confieso, también, esperaba encontrar algo nuevo en este libro que salió a la venta unos días antes de que se cumpla un año de la pasada elección presidencial. Pero nada: es una vil versión estenográfica de sus discursos pronunciados, antes, durante y después de la elección del 2 de julio. Sin embargo, hay varios asuntillos que, a pesar de la indecible flojera que me dio leer nuevamente los mismos alegatos pejelagartistas —todos manipuladores, plagados de mentiras o, en el mejor de los casos, meras seudorevelaciones a modo—, valdría la pena comentar, sólo para documentarlo, al azar, algunas de las lagunas mentales de las que aparentemente aquejan a Andrés Manuel, cuando no algunas de las "mentiras piadosas" que él mismo confiesa haber dicho en el pasado.
1) Lo que la memoria sepulta. El libro empieza como todos los que hablan de Andrés Manuel: comienza en Tabasco, contando algo sobre su tierna infancia. Sólo que, a diferencia de las crónicas e investigaciones escritas por sus biógrafos, la de Andrés Manuel es una autobiografía con muchísimas omisiones. Ahí le van, de bote pronto, varias de ellas, las más evidentes. 1) En este libro no aparece ni una sola mención a la muerte de su hermano José Ramón López Obrador. Todas las biografías (hasta las más lisonjeras) mencionan el episodio en el que perdió la vida el hermano. Hasta la fecha no ha podido ser plenamente documentado (dada la extraña "desaparición" de importantes documentos judiciales y de los periódicos locales de esas fechas en los archivos de Tabasco), si las circunstancias en las que se disparó la pistola que mató a José Ramón fueron absolutamente accidentales o no. Lo cierto es que, para Andrés Manuel, el episodio no mereció ni una sola línea en esta novedosa autobiografía (mientras que Garrido Canabal, Luis Echeverría, González Pedrero y hasta Roberto Madrazo, merecen páginas y páginas).
Ahora bien, la omisión que más llamó mi atención fue la de los dos perredistas que hicieron crecer a AMLO: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que apenas mereció una fugaz referencia, y Rosario Robles, ni siquiera eso. Como si no existieran: como si nunca hubieran sido relevantes, ambos, en el ascenso político de López Obrador. Estos dos personajes que le dieron, en su momento, todo el gas político que AMLO requería: un padrinazgo primero (el del ingeniero Cárdenas, entonces líder indiscutible del PRD) y un patrocinio después (el de su campaña electoral, desde un PRD dirigido por Rosario Robles). Eso sí: en la parte gráfica del libro aparecen dos fotografías con Cuauhtémoc (y varias más de personajes de los que nunca habla: AMLO con el subcomandante Marcos; AMLO con Zedillo; AMLO con Juan Pablo II; AMLO con Bill Clinton; etc). Como si la parte de las "fotos" estuviera pensada para "persuadir" de que él, en realidad, es capaz de sentarse con quien sea, aunque no sea capaz de escribirlo o por lo menos confesarlo…
2) La triste e increíble historia del cándido Peje y la mafia desalmada. Como ya se me agotó el espacio, le prometo a usted que mañana —si no me da flojera— le sigo con algunos de los "detalles" de esta autobiografía lopezobradoriana: los que tienen que ver con su argumento de siempre. Sólo que ahora, seguramente, AMLO quiere poner de moda otro vocablo: ‘Mafia’, porque el de compló hace mucho que también jetea a cualquiera…
Las "mentiras piadosas" de AMLO
Por primera vez, El Peje admite haber mentido. Voy por partes: ayer aquí le relaté algunas de mis primeras impresiones tras la lectura de La mafia nos robó la Presidencia (libro que deberíamos retitular "La triste e increíble historia del nada cándido Peje y la mafia desalmada", para que quedara más a tono con el lamentable victimismo de López Obrador). Ayer prometimos ocuparnos hoy de los pasajes más representativos de la pseudología fantástica (nombre científico de esa patología pejelagartiana mejor conocida como "mitomanía") que aqueja al candidato perdedor del pasado 2 de julio.
1) La "mentirita piadosa" de AMLO. En el pasaje que relata su entrevista con Vicente Fox, realizada en su visita a Los Pinos, después de que el presidente le dio marcha atrás al proceso de desafuero (o sea, el famoso episodio de "desdesafuero" en cadena nacional), López Obrador confiesa, sin proponérselo, su verdadera propensión a mentirle a los medios de comunicación. Escribe López Obrador: "Cuando salí de Los Pinos, los primeros sorprendidos fueron los periodistas porque no imaginaban que el encuentro iba a ser tan rápido (…) En la rueda de prensa, de manera responsable dije que había sido buena la entrevista. Una mentira piadosa para no agravar más las cosas y no continuar con la confrontación pública. ‘Oiga, pero tardó usted muy poco, fue muy rápido’. ‘Sí pero… breve y bueno, doblemente bueno’. ‘Pero, ¿qué trataron?’ Les recité el guión (…) Nada. La verdad no hubo ningún diálogo. Fue un desencuentro. Esa fue la última vez que lo vi y espero no volvérmelo a encontrar"… López Obrador, en sus propias palabras, le mintió "piadosamente" a los medios en esa ocasión. ¿Cuántas veces más lo hizo?
2) Los cinco millones de dólares. Más adelante, El Peje narra el siguiente episodio: "Durante la campaña, un importante hombre de negocios me ofreció cinco millones de dólares. Como me apenó decirle en el momento y de manera rotunda que no, más tarde, por medio de otra persona me insistió en que me daba el dinero. Por curiosidad se me ocurrió preguntarle: ‘¿Y cómo me los darías?’ Me contestó: ‘En efectivo’. ‘Pero cómo, ¿en maletas?’ No —me respondió—, es un paquetito; son billetes de mil dólares’. Nunca he visto un billete de mil dólares, ni siquiera sabía que existían. Mi respuesta fue: ‘Gracias, no los necesito’…"
Así narra AMLO el suculento ofrecimiento. Llaman la atención tres cosas: a) en primera instancia que a El Peje le "apenara" decirle que no al empresario (¿no será más bien que él, el incorruptible, quiso valorar dos veces el ofrecimiento?); b) en segundo lugar, que preguntara "por curiosidad" cómo se los entregarían (si estás decidido a no recibir un quinto, ¿para qué lo preguntas?) y, c), que El Peje, que supuestamente escribió este libro para denunciar a "la mafia que le robó la Presidencia", simplemente decida omitir el nombre del empresario que supuestamente le hizo tal ofrecimiento. ¿Este pasaje no será, más bien, una vacuna, por si el susodicho empresario —o su enviado— hubieran grabado a López Obrador en tan comprometedora plática? A él que ha jurado por todos los santos que nunca veríamos un video suyo recibiendo dinero… Mi pregunta es una mera hipótesis… ¿O será una "omisión piadosa" de El Peje en su libro?
3) El pago de la fianza. En las páginas en que narra su versión de las épocas del desafuero, López Obrador le dedica un párrafo a los panistas que pagaron los dos mil pesos de fianza para que El Peje no pisara la cárcel. Dice AMLO: "Por esos días, se llevó a cabo la maniobra de dos diputados locales panistas, Gabriela Cuevas Barrón y Jorge Lara, quienes instruidos por Felipe Calderón"… Andrés Manuel sabe perfectamente que ambos diputados eran panistas cercanos, por entonces, al grupo de Creel y no al de Calderón. Es más: ni siquiera había empezado la contienda interna del PAN. La fianza la pagaron en abril de 2005; la interna panista se llevó a cabo hasta octubre. ¿Habrá sido esta otra "mentira piadosa" de AMLO?
4) La "entrevista" de Salinas. De esos mismos tiempos, escribe otra falsedad (con respecto a una reunión en 2003 entre directivos de Televisa y Carlos Salinas) y yo personalmente voy a hacer el desmentido. Escribe: "Supe del encuentro de Televisa porque uno de los asistentes a la reunión, el periodista Alejandro Cacho, se atrevió a publicar el 4 de mayo de 2003, en el periódico Milenio, a manera de entrevista, lo que Salinas sostuvo. Cacho contó que ‘fue especialmente sarcástico y agudo al hablar de López Obrador’." Y continúa AMLO: "Al parecer al interior de Televisa había el acuerdo de no dar a conocer la reunión con Salinas, de modo que esto le costó a Cacho dos meses de suspensión en la conducción de su programa". Yo soy quien desmiente tajantemente esta versión: en ese entonces, además de columnista, yo, Yuriria Sierra, era la editora de Contextos, sección dominical de análisis político de Milenio Diario. Durante cinco años invité a escribir a muchos jóvenes talentos, entre ellos a Alejandro Cacho, que semanalmente me enviaba su columna. Así que no fue "una entrevista" como asegura El Peje: Alejandro, como todos los fines de semana, me envió su colaboración y, esa vez, efectivamente narraba la mencionada reunión. Nunca mencionó a Televisa, sino a un "grupo de empresarios"; pero, de cualquier forma, a mí y al director de Milenio, Carlos Marín, nos pareció un aporte periodístico suculento, así que se decidió incluirlo en la primera plana de ese domingo. En ese entonces, yo también trabajaba en Televisa, colaborando en el noticiero En Contraste y no hubo ninguna, absolutamente ninguna, de las "represalias" que López Obrador inventa. Más aún: en Televisa permanecí tres años más, primero conduciendo el programa Planeta Tres: ¡A chaleco! y, más tarde, en Las Noticias por Adela, y siempre hubo, de la empresa y sus directivos, un absoluto respeto para mi libertad de expresión y mi libertad editorial. Y lo mismo en el caso de Alejandro Cacho: la prueba está en que sigue siendo uno de los principales conductores de Noticieros Televisa. Así que AMLO miente una vez más: y lo digo de primera mano.
Por: Yuriria Sierra
Oops. Perdón. Me quedé dormida. Quería yo titular esta entrega "López Obrador: el escritor", pero antes de lograrlo, me jeteé. O más bien, me jeteó el libro de El Peje. Sí, lo confieso: contribuí con ochenta y nueve varotes (porque, hay que decirlo, no es un precio de libro de bolsillo al alcance del bolsillo del famoso "pueblo") comprando anteayer un ejemplar de La mafia nos robó la Presidencia. Y confieso también que lo leí en dos días. Y confieso, sin rubor, que me dio una hueva monumental. Y es que, confieso, también, esperaba encontrar algo nuevo en este libro que salió a la venta unos días antes de que se cumpla un año de la pasada elección presidencial. Pero nada: es una vil versión estenográfica de sus discursos pronunciados, antes, durante y después de la elección del 2 de julio. Sin embargo, hay varios asuntillos que, a pesar de la indecible flojera que me dio leer nuevamente los mismos alegatos pejelagartistas —todos manipuladores, plagados de mentiras o, en el mejor de los casos, meras seudorevelaciones a modo—, valdría la pena comentar, sólo para documentarlo, al azar, algunas de las lagunas mentales de las que aparentemente aquejan a Andrés Manuel, cuando no algunas de las "mentiras piadosas" que él mismo confiesa haber dicho en el pasado.
1) Lo que la memoria sepulta. El libro empieza como todos los que hablan de Andrés Manuel: comienza en Tabasco, contando algo sobre su tierna infancia. Sólo que, a diferencia de las crónicas e investigaciones escritas por sus biógrafos, la de Andrés Manuel es una autobiografía con muchísimas omisiones. Ahí le van, de bote pronto, varias de ellas, las más evidentes. 1) En este libro no aparece ni una sola mención a la muerte de su hermano José Ramón López Obrador. Todas las biografías (hasta las más lisonjeras) mencionan el episodio en el que perdió la vida el hermano. Hasta la fecha no ha podido ser plenamente documentado (dada la extraña "desaparición" de importantes documentos judiciales y de los periódicos locales de esas fechas en los archivos de Tabasco), si las circunstancias en las que se disparó la pistola que mató a José Ramón fueron absolutamente accidentales o no. Lo cierto es que, para Andrés Manuel, el episodio no mereció ni una sola línea en esta novedosa autobiografía (mientras que Garrido Canabal, Luis Echeverría, González Pedrero y hasta Roberto Madrazo, merecen páginas y páginas).
Ahora bien, la omisión que más llamó mi atención fue la de los dos perredistas que hicieron crecer a AMLO: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que apenas mereció una fugaz referencia, y Rosario Robles, ni siquiera eso. Como si no existieran: como si nunca hubieran sido relevantes, ambos, en el ascenso político de López Obrador. Estos dos personajes que le dieron, en su momento, todo el gas político que AMLO requería: un padrinazgo primero (el del ingeniero Cárdenas, entonces líder indiscutible del PRD) y un patrocinio después (el de su campaña electoral, desde un PRD dirigido por Rosario Robles). Eso sí: en la parte gráfica del libro aparecen dos fotografías con Cuauhtémoc (y varias más de personajes de los que nunca habla: AMLO con el subcomandante Marcos; AMLO con Zedillo; AMLO con Juan Pablo II; AMLO con Bill Clinton; etc). Como si la parte de las "fotos" estuviera pensada para "persuadir" de que él, en realidad, es capaz de sentarse con quien sea, aunque no sea capaz de escribirlo o por lo menos confesarlo…
2) La triste e increíble historia del cándido Peje y la mafia desalmada. Como ya se me agotó el espacio, le prometo a usted que mañana —si no me da flojera— le sigo con algunos de los "detalles" de esta autobiografía lopezobradoriana: los que tienen que ver con su argumento de siempre. Sólo que ahora, seguramente, AMLO quiere poner de moda otro vocablo: ‘Mafia’, porque el de compló hace mucho que también jetea a cualquiera…
Las "mentiras piadosas" de AMLO
Por primera vez, El Peje admite haber mentido. Voy por partes: ayer aquí le relaté algunas de mis primeras impresiones tras la lectura de La mafia nos robó la Presidencia (libro que deberíamos retitular "La triste e increíble historia del nada cándido Peje y la mafia desalmada", para que quedara más a tono con el lamentable victimismo de López Obrador). Ayer prometimos ocuparnos hoy de los pasajes más representativos de la pseudología fantástica (nombre científico de esa patología pejelagartiana mejor conocida como "mitomanía") que aqueja al candidato perdedor del pasado 2 de julio.
1) La "mentirita piadosa" de AMLO. En el pasaje que relata su entrevista con Vicente Fox, realizada en su visita a Los Pinos, después de que el presidente le dio marcha atrás al proceso de desafuero (o sea, el famoso episodio de "desdesafuero" en cadena nacional), López Obrador confiesa, sin proponérselo, su verdadera propensión a mentirle a los medios de comunicación. Escribe López Obrador: "Cuando salí de Los Pinos, los primeros sorprendidos fueron los periodistas porque no imaginaban que el encuentro iba a ser tan rápido (…) En la rueda de prensa, de manera responsable dije que había sido buena la entrevista. Una mentira piadosa para no agravar más las cosas y no continuar con la confrontación pública. ‘Oiga, pero tardó usted muy poco, fue muy rápido’. ‘Sí pero… breve y bueno, doblemente bueno’. ‘Pero, ¿qué trataron?’ Les recité el guión (…) Nada. La verdad no hubo ningún diálogo. Fue un desencuentro. Esa fue la última vez que lo vi y espero no volvérmelo a encontrar"… López Obrador, en sus propias palabras, le mintió "piadosamente" a los medios en esa ocasión. ¿Cuántas veces más lo hizo?
2) Los cinco millones de dólares. Más adelante, El Peje narra el siguiente episodio: "Durante la campaña, un importante hombre de negocios me ofreció cinco millones de dólares. Como me apenó decirle en el momento y de manera rotunda que no, más tarde, por medio de otra persona me insistió en que me daba el dinero. Por curiosidad se me ocurrió preguntarle: ‘¿Y cómo me los darías?’ Me contestó: ‘En efectivo’. ‘Pero cómo, ¿en maletas?’ No —me respondió—, es un paquetito; son billetes de mil dólares’. Nunca he visto un billete de mil dólares, ni siquiera sabía que existían. Mi respuesta fue: ‘Gracias, no los necesito’…"
Así narra AMLO el suculento ofrecimiento. Llaman la atención tres cosas: a) en primera instancia que a El Peje le "apenara" decirle que no al empresario (¿no será más bien que él, el incorruptible, quiso valorar dos veces el ofrecimiento?); b) en segundo lugar, que preguntara "por curiosidad" cómo se los entregarían (si estás decidido a no recibir un quinto, ¿para qué lo preguntas?) y, c), que El Peje, que supuestamente escribió este libro para denunciar a "la mafia que le robó la Presidencia", simplemente decida omitir el nombre del empresario que supuestamente le hizo tal ofrecimiento. ¿Este pasaje no será, más bien, una vacuna, por si el susodicho empresario —o su enviado— hubieran grabado a López Obrador en tan comprometedora plática? A él que ha jurado por todos los santos que nunca veríamos un video suyo recibiendo dinero… Mi pregunta es una mera hipótesis… ¿O será una "omisión piadosa" de El Peje en su libro?
3) El pago de la fianza. En las páginas en que narra su versión de las épocas del desafuero, López Obrador le dedica un párrafo a los panistas que pagaron los dos mil pesos de fianza para que El Peje no pisara la cárcel. Dice AMLO: "Por esos días, se llevó a cabo la maniobra de dos diputados locales panistas, Gabriela Cuevas Barrón y Jorge Lara, quienes instruidos por Felipe Calderón"… Andrés Manuel sabe perfectamente que ambos diputados eran panistas cercanos, por entonces, al grupo de Creel y no al de Calderón. Es más: ni siquiera había empezado la contienda interna del PAN. La fianza la pagaron en abril de 2005; la interna panista se llevó a cabo hasta octubre. ¿Habrá sido esta otra "mentira piadosa" de AMLO?
4) La "entrevista" de Salinas. De esos mismos tiempos, escribe otra falsedad (con respecto a una reunión en 2003 entre directivos de Televisa y Carlos Salinas) y yo personalmente voy a hacer el desmentido. Escribe: "Supe del encuentro de Televisa porque uno de los asistentes a la reunión, el periodista Alejandro Cacho, se atrevió a publicar el 4 de mayo de 2003, en el periódico Milenio, a manera de entrevista, lo que Salinas sostuvo. Cacho contó que ‘fue especialmente sarcástico y agudo al hablar de López Obrador’." Y continúa AMLO: "Al parecer al interior de Televisa había el acuerdo de no dar a conocer la reunión con Salinas, de modo que esto le costó a Cacho dos meses de suspensión en la conducción de su programa". Yo soy quien desmiente tajantemente esta versión: en ese entonces, además de columnista, yo, Yuriria Sierra, era la editora de Contextos, sección dominical de análisis político de Milenio Diario. Durante cinco años invité a escribir a muchos jóvenes talentos, entre ellos a Alejandro Cacho, que semanalmente me enviaba su columna. Así que no fue "una entrevista" como asegura El Peje: Alejandro, como todos los fines de semana, me envió su colaboración y, esa vez, efectivamente narraba la mencionada reunión. Nunca mencionó a Televisa, sino a un "grupo de empresarios"; pero, de cualquier forma, a mí y al director de Milenio, Carlos Marín, nos pareció un aporte periodístico suculento, así que se decidió incluirlo en la primera plana de ese domingo. En ese entonces, yo también trabajaba en Televisa, colaborando en el noticiero En Contraste y no hubo ninguna, absolutamente ninguna, de las "represalias" que López Obrador inventa. Más aún: en Televisa permanecí tres años más, primero conduciendo el programa Planeta Tres: ¡A chaleco! y, más tarde, en Las Noticias por Adela, y siempre hubo, de la empresa y sus directivos, un absoluto respeto para mi libertad de expresión y mi libertad editorial. Y lo mismo en el caso de Alejandro Cacho: la prueba está en que sigue siendo uno de los principales conductores de Noticieros Televisa. Así que AMLO miente una vez más: y lo digo de primera mano.
Etiquetas: 2 de julio, Campaña 2006, La Mafia Nos Robó la Presidencia
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